En la industria cerámica, la combinación de estos elementos químicos es vital para optimizar las propiedades del producto final. La alúmina calcinada y la hidratada mejoran la resistencia mecánica y térmica de las cerámicas. La arcilla y los carbonatos de calcio y litio actúan como materiales base y fundentes, facilitando la formación y estabilidad de las piezas. El boro en sus formas anhidro y pentahidratado y la fluorita son esenciales para disminuir la temperatura de fusión y mejorar la vitrificación. Los óxidos de titanio, cerio, cobre (negro y rojo), manganeso, níquel (en varias formas), y zirconio, junto con el dióxido de selenio, aportan coloración y propiedades específicas como la opacidad y la resistencia química. Además, el trióxido de antimonio, el selenio shot, el selenito de zinc y las sales de Rochelle permiten ajustar las características ópticas y de superficie, resultando en productos cerámicos de alta calidad y con acabados superiores.